La realidad virtual lleva desarrollándose desde hace décadas; pero pese a todos los esfuerzos y el continuo avance, todavía está muy alejada de las aulas. Debido a que la realidad virtual nos permite descubrir diferentes mundos virtuales, se pueden utilizar métodos nuevos y más llamativos para el aprendizaje de los estudiantes, desde los más pequeños hasta la universidad. Por ello, en esta nueva entrada de nuestro blog Inmersia, queremos hablaros de la realidad virtual aplicada a la educación y de sus beneficios.
¿Se te ocurre una forma mejor de estudiar el cuerpo humano que desde dentro? ¿O algo más claro que comprender la galaxia viéndola desde el cielo? Gracias a la realidad virtual, podemos viajar al espacio, a otros países o al interior del cuerpo humano, acercándonos más a los conocimientos, y viviendo en primera persona las enseñanzas para entenderlas mucho mejor.
El hecho de poder viajar sin moverse del aula es una ventaja inmensa que aporta la realidad virtual; siempre está bien organizar excursiones a museos, catedrales, las cuevas de Altamira…pero ¿y vivir experiencias en lugares a donde no podrían llegar las excursiones? Pueden visitarse distintas partes del mundo y caminar por sus calles, otros museos o ver a unos metros una obra de arte. E incluso más lejos, ir al espacio y ver la forma, la composición y situación de los planetas, pisar la luna y ver sus cráteres, comprender las distancias y la infinidad del espacio; una exploración sin límites para ahondar en el conocimiento. También permite viajar a lugares muchos más insospechados, como el interior del cuerpo humano, localizando los órganos, la posición y nuestra forma interior, una manera mucho más cercana de comprender lo complejo que es nuestro organismo.
Además, la
realidad virtual no solo puede enseñar a los alumnos las clásicas materias de
un modo diferente. También puede ofrecernos otro tipo de educación: sobre
valores, sobre ética; desarrollar la empatía de los alumnos mostrándoles otras
partes del mundo, otros animales o lo importante que es mantener nuestro
planeta verde.
Y lo mejor de todo es que es una manera divertida de aprender. Pasa de un aprendizaje pasivo a un aprendizaje activo e inmersivo, en el que los alumnos pueden interactuar con su objeto de estudio y explorar el conocimiento sin límites, en el que pueden compartir las experiencias de una forma mucho más cercana y atractiva. Sin duda la realidad virtual ha llegado para quedarse, y cuanto antes entre en las clases de colegios y universidades, antes se podrá explotar su infinito potencial para la enseñanza.